El llanto de aflicción de cocodrilo es una invención del hombre para poner en palabras los propios sentimientos.
Verdad es que del saco lacrimal de esos hostiles a lo líquido que bien puede ser considerado llanto. Pero éste no es resultado de la tristeza, sino del esfuerzo. Por carecer de aparato masticatorio, el cocodrilo no puede reducir a trozos su bocado, que llegan a veces el tamaño de un cordero o de una persona. La dificultad para tragar lo obliga a forzar el máximo de las fauces y los músculos de la cabeza. Ésa congestión tremenda en la causante del escenario. La acción de llorar mientras se devora con ferocidad una presa ha sido tomada como arquetipo de hipocresía. Una fábula. Y que se aplica con mucha propiedad algunos seres humanos.
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